Preciosa chica de pequeñas manos, quien soy yo para mirarte con mis lascivos ojos, que te penetran y te desnudan cada vez que te miran, soy solo un hombre, hombre que desea tu cuerpo, tu boca y tu mente, desea unirse contigo en un sin fin de caricias.
Marrón, como la tierra a la que yo amo, es su pelo. Corto, aunque no demasiado y bien desarreglado. De piel pálida y fría, como la nieve de Enero. Sus ojos grandes y azules, como el ancho mar. En el mar no querría bañarme, no, sino en sus ojos, que loca me vuelven. La sonrisa, sin duda, es casi lo mejor de todo. Esa sonrisa de seductor, sonrisa enigmática que acobarda, que me trastorna y me transforma en lo que no soy, una gata avariciosa, que busca uno de esos besos de esos labios de ese hombre. ¡Que hombre!
Hombre alto, inteligente y cariñoso. Es un dios de los dioses ya que, mas en su poder me tiene que el propio carcelero que aquí presa me alberga. Sedienta de carne, de labios, sedienta de él.
Sólo quiero huir, huir para encontrarte.
Hombre alto, inteligente y cariñoso. Es un dios de los dioses ya que, mas en su poder me tiene que el propio carcelero que aquí presa me alberga. Sedienta de carne, de labios, sedienta de él.
Sólo quiero huir, huir para encontrarte.
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