domingo, 21 de octubre de 2012

17ª Página: Él y Ella

Su cabello es negro como el tizón y casi siempre lo lleva suelto y sin ningún arreglo, pero tiene la manía de recogerse el pelo en una bola a lo alto de su cabeza cuando está calculando. En cambio su piel es blanca, casi tanto como la niebla y las nubes pero a la vez rosada. Su mirada es penetrante, hace estremecerme cuando me mira, y en sus ojos de gatita perspicaz veo una chica sencilla, humilde y algo malvada, esos ojos marrones que me pierden tanto, que cambian de color cuando esboza una sonrisa. Una sonrisa de esos preciosos labios rosados, pequeños y lujuriosos pero a la vez puros y sencillos que encierran sabiduría.
Preciosa chica de pequeñas manos, quien soy yo para mirarte con mis lascivos ojos, que te penetran y te desnudan cada vez que te miran, soy solo un hombre, hombre que desea tu cuerpo, tu boca y tu mente, desea unirse contigo en un sin fin de caricias.


Marrón, como la tierra a la que yo amo, es su pelo. Corto, aunque no demasiado y bien desarreglado. De piel pálida y fría, como la nieve de Enero. Sus ojos grandes y azules, como el ancho mar. En el mar no querría bañarme, no, sino en sus ojos, que loca me vuelven. La sonrisa, sin duda, es casi lo mejor de todo. Esa sonrisa de seductor, sonrisa enigmática que acobarda, que me trastorna y me transforma en lo que no soy, una gata avariciosa, que busca uno de esos besos de esos labios de ese hombre. ¡Que hombre!
Hombre alto, inteligente y cariñoso. Es un dios de los dioses ya que, mas en su poder me tiene que el propio carcelero que aquí presa me alberga. Sedienta de carne, de labios, sedienta de él.
Sólo quiero huir, huir para encontrarte.

lunes, 8 de octubre de 2012

16ª Página: Realidad I

Para un amigo y todos aquellos que se encuentren en su situación:

Todos queremos caminar descalzos sobre un colchón de pétalos rosas. Podemos incluso llegar a matar amistades, relaciones sólo porque nos simplifica la vida. Estamos bien, ajenos a todo problema externo, refugiados de pisar suelo real con la ayuda de nuestro precioso colchón de pétalos de rosas.
El problema llega cuando al caminar vamos recorriendo la rosa y vamos dejando atrás los pétalos, llegando al tallo y a sus ineludibles espinas.
Claro que duelen, pero el "contínuo sufrimiento" que pasaron otros caminando sobre piedras, ahora lo pasas tu caminando sobre espinas.
Al final la realidad acaba llegando. Da igual donde te refugies, da igual donde te escondas ni en que pienses. Ella llegará, pese a que te hayas fumado doce porros en un día, pese a que hayas acabado con el mueblecito-bar de tus padres. Ella llegará, y con mas fuerza aún.